Cuento de  «El sabio ermitaño» de Jorge Bucay

Cuento de «El sabio ermitaño» de Jorge Bucay

 


En la entrada de hoy, voy a hablar de cómo enredarse en los: y si? nos puede perjudicar y hasta qué punto.

Hay personas que están constamentemente planteándose preguntas del tipo: y si hubiese hecho esto otro?. De este modo, nos centramos en un estado de estancamiento en el pasado que no nos deja disfrutar del presente.

Estas preguntas suelen suceder en consecuencia de una insatisfacción generalizada del presente y una autoexigencia elevada. Esto impide aceptar la situación actual tal cual es, sin valorar si podría ser mejor o peor si se hubiese decidido en un pasado algo diferente.

Como consecuencia,  no solamente influye en decisiones tomadas en el pasado que tienen que ver con el presente sino que, este tipo de personas, por lo general también viven en una ansiedad generalizada por el futuro y las decisiones del presente que puedan influir en él. Asi, aparecerán una vez más los: y si?.

Se enredan en estas preguntas, llegando a la paralización y a un estado de malestar en la toma de decisiones.

Hoy, te traigo un cuento de Jorge Bucay que resulta muy apropiado para este tema.

El cuento de «El sabio ermitaño»

Había una vez un ermitaño sabio al que la gente del lugar acudía a contarle sus problemas y a pedirle consejo. Un hombre del pueblo tenía una yegua; un día se le escapó y fue llorando al ermitaño a contarle lo que le había pasado:
– ¡mira qué desgracia me ha ocurrido, mi yegua se ha escapado!
– ¿y eso es bueno o malo? –respondió el sabio.


El hombre de la yegua no entendía nada y pensó: “este sabio es un poco raro; pues claro que es malo, qué pregunta más absurda”. Al cabo de las pocas semanas la yegua apareció. Y lo hizo acompañada de un robusto semental salvaje de pura sangre y además se encontraba preñada. El dueño de la yegua se puso muy contento, ahora tenía tres caballos en vez de uno, así que fue corriendo a contarle sus alegrías al ermitaño:


– ¿te acuerdas de mi yegua? ¡pues ha regresado! Y además está preñada y ha vuelto en compañía de un caballo formidable.
– ¿Y eso es bueno o malo?– volvió a responder el sabio.


Ahora sí que el hombre de la yegua no entendía nada de nada, estaba empezando a pensar que el ermitaño no era tan sabio como la gente pensaba. Estaba claro que era una noticia estupenda y así se lo hizo saber mientras el sabio le miraba en silencio.


Al cabo del tiempo el potro nació. El hijo del dueño de los caballos se hizo inseparable del potrillo y le gustaba mucho montar en su lomo. Hasta que un día el chico se cayó del caballo y se rompió una pierna. Entonces el dueño de los caballos decidió volver a visitar al ermitaño para contarle de nuevo sus desventuras:


– ¡no sabes qué tragedia ha ocurrido! ¿te acuerdas de la yegua que se escapó y regresó preñada? Pues a mi hijo le gustaba mucho montar en el potrillo y ahora se ha caído y se ha roto la pierna. Estoy empezando a pensar que tal vez hubiera sido mejor que la yegua no regresara nunca.


El ermitaño le miró sonriendo con un brillo algo burlón en los ojos y volvió a repetir su respuesta:
– ¿Y crees que eso es bueno o malo?


El hombre se fue algo enfadado no sabiendo qué pensar, creía que esa respuesta era absurda y que el ermitaño tal vez fuera un poco tonto, porque era verdad que el que volviera la yegua, que al principio le pareció una buena noticia, había sido la causa de que su hijo se rompiera la pierna, por lo que tal vez no fue tan bueno su regreso, pero; ¡¿qué podía tener de bueno que su hijo se hubiera caído?!


Al poco tiempo se declaró una guerra contra el país vecino y vinieron por todos los pueblos reclutando hombres y chicos. Sin embargo, el hijo del dueño del caballo pudo librarse del reclutamiento y de ir a la guerra gracias a que estaba herido y tenía la pierna rota por lo que no sería de ayuda en el frente de batalla.

Cuando se disponía a ir de nuevo a consultar al sabio, se paró a meditar y pudo apreciar qué razón tenía el sabio al preguntar si lo que sucedía era bueno o malo.

 

Reflexión

Las cosas que pasan no son ni buenas ni malas. Un hecho desafortunado a priori, puede llegar a hacer suceder otro que consideremos afortunado, y viceversa.

Lo complicado está en, cuando estamos viviendo el suceso ya sea considerado positivo o negativo, no alcanzamos a ver esto.

Resulta completamente imprevisible prever las consecuencias de una decisión tomada en el presente y lo que ello pueda conllevar en el futuro. Por tanto, es inútil lamentarse por las decisiones pasadas y preocuparse por las decisiones a tomar en el presente.  Jamás podremos adivinar las situación a las que estas decisiones nos puede llevar. Nunca sabremos lo que ocurrirá y si esto será bueno o malo.

Recordar esta metáfora nos puede ayudar cuando nos encontramos enredados en los: y si?.

Teniendo esto en cuenta, lo mejor que podemos hacer es aceptar los acontecimientos tal cual vienen y no lamentarnos de nuestras decisiones. No tenemos la capacidad de saber si serán para bien o para mal.

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